jueves, 3 de noviembre de 2011

MANIZALES SEDIENTA


Del blog de @Richitelli: http://richitelli.blogspot.com/2011/10/manizales-sedienta.html

La ciudad de las puertas abiertas, de la catedral más alta de suramérica, mi Manizales del alma, la ciudad de las ferias de américa, del campeón de Copa Libertadores, del cable aéreo, de los atardeceres más hermosos, del ministro de transporte, de los grecocaldenses, la ciudad que sobrevive a la intemperie, la ciudad de la biodiversidad, de las faldas, del Festival Internacional de Teatro, Manizales, mi ciudad, la capital mundial del agua, está sin agua, está sedienta.

Sedienta de dirección, planeación, prevención, insurrección, Manizales está sedienta de visión.

Ajá, Manizales, que exporta la administración de acueductos a Perú, que está rodeada por los mejores recursos hídricos del país, que en mañanas despejadas permite ver el gran nevado del Ruíz y que en noches frías pareciera enamorar con su neblina abrumadora, está sedienta. Mi ciudad, la del tinto con panela, del pastel kuqui, de ministros, de la Luker, de escritores, de Sancho, de artistas y opinadores está sin agua. Ella, la más hermosa del mundo conocido y por conocer no sólo está seca, sin baño, chuchenta, pecuecuda y hambrienta, está sedienta.

Sedienta de fe en sus hijos, de fe en lo que puede ser y aún no es, sedienta de un cambio.

La ciudad del doctorado en niñez y educación, del post-doctorado en ciencias agrupecuarias, del doctorado en diseño, del Festival de la Imágen, de las doce universidades, del teatro Los Fundadores, de la feria del libro, del voto por la educación (con el que voy firme), del Instituto Universitario, del Horizontes, el Colseñora y el Inem, Manizales, la ciudad que exporta talentos a todo el país, la ciudad de los Césares, de Manizales Grita Rock, de los Crema, de la cultura y la educación, está sedienta de visión y no ha sido capaz de reeducarse a sí misma, de cambiar esa cultura de sociedad anquilosada en el poder y la prepotencia para entender que está en crisis y que la fama  no da comida, y menos agua.

Manizales está sedienta de un cambio, de educación, imaginación, ilusión, de visión.

Porque es que parecemos ciegos. No tenemos dirigentes; lo que hay son meros remedos, mandaderos, digitadores, contratadores. No tenemos vías ni quién pelee por el derecho que tenemos a salir y entrar de nuestra ciudad, no tenemos quién pelee por el derecho que tenemos a que se repare primero lo nuestro antes que invertir en lo de fuera (caso Niza = Perú), no tenemos quién pelee por el derecho que tenemos a ser sinceros y honestos con nuestros hijos y vecinos para decirles que Manizales no da más.

Lo que sí tenemos, por supuesto, es tiempo para perder reparando y reparando vías en vez de planificar soliciones reales y duraderas; tenemos tiempo para recoger y recoger tierra, para contratar y contratar carrotanques, para malgastar lo poco que deja la licorera, para intentar cerrar el hospitalito, para construir elefantes blancos con cara de aeropuertos, para perder empresas, para perder talentos, para perder Manizaleños. No tenemos cómo mitigar los estragos del invierno, no hay capacidad técnica, humana ni de presupuesto que aguante tanta –tanta!– mala planificación. Ni las innumerables muertes bajando por letras, ni la sed de los niños, ni el golpe de ala de los funcionarios, ni la imposibilidad de sacar los productos de las empresas, ni que los hijos que se van no puedan ir a ver a sus padres, o que los padres que se quedan no puedan salir a ver sus hijos, han logrado que salgamos del oscurantismo en el que nos tiene el paso de coalición en coalición, de coerción en coerción. Nos tienen ensimismados, nos tienen ojitapao's, nos tienen enclaustrados.

Manizales es como el Olimpo: elevada a la altura de los dioses grecocaldenses; inexpugnable e inalcanzable, aunque sedienta: de educación, de fe, de visión y de acción, la ciudad mira desde arriba con prepotencia e inoperancia, con sed y dejación ¿Acaso no estamos cansados de que Manizales parezca el Triángulo de las Bermúdas de la Cordillera de Los Andes? ¿acaso no estamos mamados de que con cada crisis llegue un político oportunista vendiéndonos una solución inmediata y populista? ¿cómo así que un candidato a la alcaldía se encargará de traer agua de Villamaría, cómo así que otro reparte baldes y volantes, cómo así que uno al concejo se dedica a cerrar la Santander para hacer campaña mientras la ciudad se muere de sed? ¿cómo así? Avíspemonos pues.

Richitelli. 

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