miércoles, 23 de noviembre de 2011

Editorial de Eje Noticias, Armenia

Este editorial se publicó en el periódico Eje Noticias de Armenia, dirigido por el manizaleño José Octavio 'Pepillo' Marín.

Uno de mis amores de infancia

Aunque hoy me siento más quindiano que los mismos quindianos, jamás podre olvidar mi origen, mi lugar de nacimiento, la tierra que me vio nacer, disfrutar de mi niñez, mi juventud, mi formación, parte de mi vida personal y profesional. Manizales, la ciudad de las puertas abiertas, la capital de las ferias en América, la ciudad universitaria de Colombia, en fin, muchos calificativos para esta tierra que alguna vez fue el epicentro del viejo y gran Caldas.

Esa ciudad, tierra de grandes visionarios, apasionados por construir grandes empresas,  fundada en plena montaña, desafiando los imponderables por ingenieros y arquitectos que levantaron sobre sus laderas miles de viviendas y pesadas edificaciones, hoy es escenario de las noticias más dolorosas, durante un año aciago para los caldenses, que comenzó con la caída de su gobernador por permitir el ingreso de las apuestas a su despacho lo que originó su destitución; el turno fue para su alcalde Juan Manuel Llano duramente cuestionado por su pobre administración; posteriormente la inclemencia del invierno que arrasó con la bocatoma dejando a no menos de quinientos mil habitantes sin agua y hace menos de una semana, de nuevo el invierno y la falta de atención y prevención de las autoridades que generó la grave tragedia del barrio Cervantes, cuando un deslizamiento de tierra se llevó cerca de 16 viviendas segando los sueños de 49 personas que desaparecieron entre toneladas de lodo y piedras causando la peor tragedia que haya vivido la capital caldense y sí se quiere el
eje cafetero en su historia.

De niños corrimos, jugamos y disfrutamos de nuestra infancia por esos mismos sectores. Cervantes es un barrio de gente humilde y trabajadora, ubicado entre lo que fuera la factoría de Tejidos Única, el comando central de la policía en Caldas, el barrio Linares y el parque los Fundadores. Allí conocimos nuestro primer amor, por esa misma ladera por donde descendió el horror de la muerte, soñamos con nuestros amigos de entonces, amigos que hoy lloran ante la tumba de los suyos, de los nuestros.

Hace quince años Dios y el destino me trajo con mi familia al Quindío, a esta bella  ciudad que amo y disfruto a plenitud y de la cual no me quiero ir, así unos cuantos vociferen a los cuatro vientos que debo de abandonar lo mío. Ni lo piensen, ni lo sueñen. Armenia es mi ciudad, el Quindío es mi paraíso y Manizales fue la tierra que me vio nacer.

Por eso hoy siento dolor, tristeza, impotencia y nostalgia al ver el barrio donde mi padre levantó su primera vivienda que a escasos ciento cincuenta metros estuvo a punto de colapsar en el desastre. Seguramente fue cosa del ayer, de un pasado que jamás se olvida, de una época que quedo gravada en nuestra mente y que disfrutamos a plenitud. El hoy nos dice que muchos de nuestros amigos de entonces y que jamás abandonaron su entorno sufren las inevitables consecuencias de la vida, producto muchas veces de la indolencia del estado, de los gobiernos y las autoridades. Con la tragedia del barrio Cervantes de Manizales, regresaron a nuestra mente muchas de nuestras inolvidables historias, el fútbol, el deporte, las aulas, los amigos, el paso del tren y su estridente sonido, la grabación de la legendaria película colombo- italiana Los Aventureros, la llegada del hoy técnico del Once Caldas Fernando el “pecoso” Castro al sector, los triunfos de Herman Loaiza en el ciclismo, personajes de la educación, la banca y profesionales que hoy son ampliamente reconocidos en el concierto local, nacional y mundial, en fin, tantas cosas juntas.

Tengo la absoluta certeza que la gran mayoría de los quindianos sienten como propio el mismo dolor que hoy sentimos, ya que por tradición e historia, caldenses y quindianos siempre nos hemos identificado y los nexos familiares han sido tradicionales, por nuestras venas corren nuestros antepasados.

Desde la distancia, desde mi nueva querencia, lloro de impotencia ante el dolor que padecen los manizaleños. Dios guarde en su seno a los caídos en el desastre del barrio Cervantes. Uno de mis barrios, uno de
mis amores de infancia.


El Director

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