martes, 8 de noviembre de 2011

El Agua corriente, no mata a la gente


Había sido un día normal, como todos. Horas antes ya había escuchado algunos comentarios de mi Jefe en la emisora donde trabajo un día a la semana, algo se rumoraba sobre Manizales sin Agua. Sí, un daño en la planta que abastece toda la ciudad ya estaba cantado y no se podía hacer más que recoger la mayor cantidad posible, o al menos eso era lo que recomendaban, pero el agua que quedaba en el acueducto no aguantaría para tantos y se iría acabando segundo a segundo. Con mucha suerte contábamos algunos por vivir en edificios con tanques de almacenamiento, uno o dos días más con el preciado líquido fue el beneficio. Empezaron entonces las alertas, se agotó toda el agua, en cualquiera que fuese su presentación, en toda la ciudad; no había una gota de agua potable disponible, la cuidad estaba en un punto en el que ya había estado antes pero se volvía irónica la idea de que a punta de agua nos quedamos sin ella. Todo empezó a detenerse, la administración jugaba con la esperanza de los manizaleños poniendo fechas tentativas, seguramente para calmar los ánimos… Qué digo, cuáles ánimos, las gentes de ésta pequeña ciudad son demasiado pasivas como para que se les suban los ánimos; las calles principales, secundarias, terciarias y marginadas se vieron llenas de carrotanques, una gran fila de personas acompañaba a cada uno y a cada una de ellas un balde, olla o cualquier recipiente con las características mínimas para transportar el preciado líquido; fueron pasando uno, dos y tres días, la incertidumbre era el pan de cada día y la costumbre era madrugar todos los días a esperar el carrotanque en la esquina de siempre, mientras más temprano mejor era el puesto en la fila, era indignante ver a una pobre anciana cargar una pequeña olla, apenas si podía caminar y a cada paso tenía menos agua; la empresa administradora del servicio mostraba como un gran logro la labor que se estaba haciendo con los carrotanques, “ya son hijuemil litros de agua entregados” ¿Para qué? Lo que necesitábamos eran explicaciones claras de por qué se dañó la planta y por qué no estaba lista la otra para suplir, al menos al cincuenta por ciento, el servicio de agua; eran errores de administración que, sin más, nos costaron a todos los manizaleños el servicio del preciado líquido, errores que indirectamente seguimos tolerando, errores que aplacaron egos como “En Manizales se puede tomar agua de la llave”, “Manizales es la segunda en el mundo por el recurso hídrico”, “En Manizales más del noventa por ciento de la población tiene agua potable en sus casas”; todo se viene al piso en contados segundos y la gente sigue haciendo fila para asegurar cada día, un día menos sin agua.

La cantidad de días empezó a ser imperdonable contrario a lo que decía la administración, la cuidad ya no sólo estaba llena de carrotanques sino también de contenedores de mil, dos mil y tres mil litros, cada vez eran más las personas haciendo fila y la empresa seguía mostrando logros de la cantidad de agua entregada; no era raro ver escrito lo siguiente: “PELIGRO, AGUA POTABLE”, suficiente desconfianza me generaban los carrotanques que cotidianamente la transportaban, como para aceptar esto.

Entre tanta desgracia la gente no perdía ni una y hasta chistes salieron; el baño de la moneda, el del avión, el del gato; el común denominador era que nadie quedaba bien bañado, es que a punta de cocadas era como difícil. Toda la ciudad entró en un PARE indefinido y como una cadena alimenticia en retrospectiva, el consumismo disminuyó y todo colapsó. Los medios no dejaban de presionar y todo esto se volvió tema de discusión nacional, todos los días parecía un festivo y la actividad a realizar era cargar agua, los manizaleños perdieron cualquier indicio de confianza que hubieran tenido en la administración y a ésta última ya le llegaba el agua al cuello, perdón, ya tenía la soga al cuello; aun así la pasividad de la gente inundaba la cuidad más que lo que hubiera podido causar el agua en grandes proporciones, pero prefiero mi ciudad así, hay que verle lo positivo a las cosas, en poblaciones revolucionarias destruyen todo a su paso sin importar que el dueño sea un ciudadano que quiere lo mismo que los destructores.

Apenas salimos de una tragedia y ya estamos en otra, Manizales necesita reaccionar, no sé cómo, cuándo ni por qué, sólo sé que cuando eso pase yo quiero estar presente.

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