jueves, 10 de noviembre de 2011

1. El aforista

De @robertoenemigo


Con todo respeto, hay que ser un hijueputa bobo para creer que una persona que perdió ocho familiares en una tragedia causada por la negligencia de la administración, va a sentirse reparada por un bono de $240.000 por adulto y $130.000 por niño para auxilios funerarios. Un bono que el doliente no va a recibir sin antes hacer fila en la Alcaldía y someterse con la cabeza agachada a la requisa de rigor y a las preguntas -¿Lleva portátil? -¿Para qué piso va? -¿Puede mirar un momento hacia acá?, es para tomarle una foto.

Y eso es lo que está haciendo Juan Manuel Llano. Le está tomando una foto a la tragedia y la está mirando, tal vez, como un episodio antropológico digno de ser analizado y estudiado; como una curiosidad de la naturaleza que obligó a la gente a cargar el agua en baldes durante 17 días y que tuvo como efecto colateral la muerte de 48 personas. - El agua sí está llegando, pero de otro modo, dijo, en lo que parecía una tímida incursión en el refranero popular. Se refería a los carrotanques llevando agua (insuficiente) a los barrios de la ciudad. Eso le parecía muy curioso y digno de acomodar en un refrán, muy gracioso, una anécdota, un simple contratiempo para un señor que juega a ser alcalde de una gente complicada que lo ataca. Y él no sabe por qué lo atacan. Él que se pone chaleco y todo para atender la tragedia. Él que saca unos refranes tan buenos para disculparse del caos.

Pero el cinismo no para ahí. La administración ofrece bonos de arrendamiento, 3 para cada damnificado, por valor de $150.000. De inmediato se me viene a la cabeza la Empresa de Renovación Urbana. Ofrecían limosnas iguales para los “beneficiarios” del Proyecto San José, que debieron abandonar sus casas de 150 y 200 metros cuadrados para ser reubicados a la fuerza en apartamentos miserables de 40 y 50 metros. Don Luis Carlos Acosta, uno de los propietarios, una vez se quejó ante el Secretario de la Empresa de Renovación Urbana. Dijo que no iba a ser posible acomodar a sus cuatro hijos en un apartamento tan pequeño. Hernando Peláez, el Secretario, le respondió con la escasa altura que le permitió su corto excedente sobre el metro y medio: - De malas, compre camarotes.

Seguro a Hernando Peláez le pareció muy gracioso imaginarse a seis personas viviendo en 40 metros cuadrados. Seguro a Juan Manuel Llano le pareció muy gracioso ver a la ciudad entera cargando baldes y haciendo fila para bañarse en las quebradas. Seguro hicieron juntos un cursillo para responder con refranes inteligentes al caos. Solo que esta vez el alcalde no calculó bien el efecto de su refrán. El agua sí estaba llegando de otro modo: en forma de muerte y tragedia.

Alcalde, una vez lo vi bajando en el ascensor de la Alcaldía. Ese día no dijo refranes, estaba muy serio y se estaba acomodando la corbata. Abajo lo estaban esperando para entrevistarlo y yo creo que usted estaba un poquito nervioso. Iba con cuatro guardaespaldas para la entrevista pero de todas formas estaba nervioso y se le notaba la inquietud. No sé si ahora esté nervioso o si se esté sintiendo mal porque se está enfrentando a una desgracia para la que no se le ocurre un refrán. Tal vez usted se merezca una nueva vida en una asociación de aforistas. Renuncie y mire a ver si lo aceptan. Lleve en un papelito los que dijo en Manizales.


Con copia a la Procuraduría General de la Nación

1 comentario:

  1. La renuncia del Sr. Llano debería ser solo el primer paso, los siguientes deberían ser un juicio por negligencia e incompetencia en el manejo de la cosa pública.

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